Después de los preámbulos
anteriores, hoy toca entrar en materia iniciando lo que se podría considerar un
“curso básico” sobre el uso del AutoCAD aplicado en Arquitectura, y por
extensión a todos los demás trabajos técnicos de la ingeniería.
Primeros pasos
Como primer paso cabe hacer alguna
consideración sobre el “trabajo tradicional” anterior al desarrollo de las
herramientas informáticas. Tradicionalmente, el trabajo material de elaboración
de “planos” y “dibujos técnicos” se realizaba por “delineantes”, personal
cualificado a nivel de “formación profesional”, que había desarrollado unas
destrezas adecuadas para un trabajo manual, consistente en ir plasmando en
papel de forma permanente una serie de dibujos y diseños establecidos mediante
notas, croquis o modificaciones de otros previos, por el proyectista correspondiente
(arquitecto, Ingeniero, etc)
El trabajo se desarrollaba en tableros
o mesas de cierto tamaño y amplitud, equipadas con buena iluminación, y grandes
reglas que sujetas a la mesa por un sistema de poleas y cuerdas cruzadas, (“paralex”) que aseguraban un
desplazamiento exclusivamente perpendicular a la propia regla facilitando el
trazado de líneas paralelas que se complementaban con un conjunto de escuadras,
plantillas, escalímetros, etc.
Los dibujos se trazaban
provisionalmente con lápices duros y afilados, con un marcaje fácil de borrar, y de forma definitiva sobre un
“papel vegetal” con “tinta china” (emulsión acuosa). Este
tipo de papel presentaba un cierto grado de transparencia translúcida, que
permite visualizar dibujos previos sujetos bajo él, y debido a su textura y las
características propias de la tinta, también permite rectificar errores y/o
modificaciones mediante un “raspado” enérgico.
El papel vegetal también facilitaba
a su vez la realización de múltiples copias de un mismo plano, mediante
maquinas equipadas con luz ultravioleta y papeles con revelado de “amoniaco”,
asegurando una precisión y fidelidad adecuadas de geometría y dimensiones entre
el original y la copia.
Esta técnica junto con las
características de la tinta china, no admite la reproducción del color, por lo
que el mundo de los “planos técnicos” ha sido tradicionalmente monocromo, aunque
en paralelo ha desarrollado un repertorio sofisticado en el uso de trazos y
líneas de diferentes pautas y grosores, que a su vez manejados con
inteligencia, permiten conseguir una “percepción” del plano destacando ciertos
elementos o aspectos del mismo, que manejados con habilidad contribuyen a
diferenciar la calidad de los distintos trabajos.
Desde un punto de vista histórico
cabe decir que los primeros “dibujos técnicos”, realizados de una forma sistemática
al menos, se remontarían a la “revolución industrial” y por tanto a mediados
del siglo XIX. En mi propia experiencia en el Colegio de Arquitectos de
Salamanca he tenido ocasión de examinar un archivo de “planos de taller” que se
extendía en el tiempo desde las últimas décadas del siglo XIX hasta los años
60s del siglo XX.
El examen de esa colección de planos
y dibujos es muy interesante y permite apreciar con claridad la evolución de
las diferentes técnicas en la realización de los planos, y se observa que
precisamente los dibujos más antiguos son los más elaborados, se realizan en
papeles muy gruesos y robustos de mucho gramaje y gran calidad, con tintas de
“diferentes colores” y rotulados a “mano” con una gran pulcritud. Con el paso
del tiempo, se pierde el color enseguida, los soportes de papel se hacen más
endebles, y la calidad de los trabajos se hace más diversa dependiendo del uso o
importancia de cada diseño. En resumen cabe decir que las técnicas comentadas
anteriormente solo se estandarizan y sistematizan hacia mediados del siglo XX.
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