viernes, 28 de marzo de 2014

DEL ROMÁNICO AL GÓTICO VI - [Los Grandes Edificios]

Entre finales del siglo XII y comienzos del XIII, es decir alrededor del año 1.200, comienzan a construirse las grandes catedrales góticas, promovidas por los cabildos, y normalmente apoyados o respaldados de distintas formas, por el poder de los reyes o la nobleza local. Este proceso dura hasta el siglo XV o incluso el XVI en los que todavía se inicia la construcción de algunas grandes catedrales góticas, como Sevilla (1401), o las de Salamanca (nueva) y Segovia que inicialmente se proyectan casi iguales, aunque la de Salamanca sufre una paralización de unos setenta años, que al reanudase modifica el trazado del ábside en girola, por una nueva configuración con planta de salón.

En la sesión anterior, se habían comentado las principales características de las bóvedas construidas con nervios, que son precisamente las que constituyen la gran novedad de esta época, y las que precisamente permiten la construcción de edificios que aumentan considerable y cualitativamente, el tamaño y volumen de los anteriores.

Esta nueva “técnica de construcción” es la que da pie al estilo arquitectónico conocido como “gótico”, el cual considero que deriva principalmente de esa nueva manera de construir, y no de otras directrices estéticas, diseños y/o formas premeditadas en función de una “moda” o “gusto” imperante en la época, o cualquier otra interpretación sobre “espiritualidad” u ocurrencias similares.  

El desarrollo de esta nueva técnica de construcción, pero sobre todo la abrupta y brusca interrupción del sistema anterior, debe tener lógicamente su propia motivación y sentido, y yo personalmente creo que es precisamente el fenómeno de la “reverberación acústica” en un recinto cerrado, la que al ser proporcional al volumen absoluto, motiva el crecimiento abrumador y espectacular en el tamaño de los edificios, ya que ese aumento de tamaño constituye un complemento y refuerzo enormemente eficaz para poder “oír y escuchar” cualquier melodía de “canto gregoriano”, con una "sonoridad" desconocida e impensable hasta ese momento, transmitiendo estas experiencias a lo largo de todo el Camino de Santiago, como un reguero de pólvora.

En un intervalo del orden de 50 años, desde 1180 al 1230, se inician o proyectan a lo largo de toda Europa, un considerable número de iglesias o catedrales, con una altura libre de la nave central, en el entorno de los treinta metros, que eran completamente inalcanzables con el sistema de construcción anterior, que empleaba gruesos sillares de piedra en la configuración de las bóvedas.

Con el fin de apreciar estas diferencias, se acompaña un conjunto de gráficos con la misma pauta o esquema que en el caso del edificio románico y una descripción sobre las diferencias. En este caso se ha elegido una representación esquemática de la catedral de León, y tanto al comienzo como al final se incluye a su vez una superposición de la iglesia románica de San Isidoro, que permiten comparar de forma intuitiva las diferencias de tamaño entre ambos estilos.

Trazado y  replanteo
Presenta características similares aunque los edificios incrementan considerablemente sus dimensiones.

Cimentación y Arranque
También mantiene las mismas características.

Muros y soportes iniciales
En este caso los muros son similares en el arranque aunque aparecen los soportes laterales de los arbotantes en lugar de los contrafuertes.

Los Arcos
En el trazado de los arcos es donde probablemente se haya originado ese cambio que conduce a una nueva técnica de construcción, ya que antes de montar el arco en su emplazamiento, este se sitúa primeramente en el suelo, colocando juntas todas las dovelas que lo forman, lo cual permite comprobar su geometría dentro del conjunto y la precisión del labrado, antes de iniciar el pesado y tedioso trabajo de levantar, colocar y ajustar en su posición cada una de las piezas.

Al situar las piezas del arco completo en el suelo, se puede optar por colocar el conjunto, simplemente “abatido” sobre el plano horizontal del suelo, pero hay que tener en cuenta que probablemente la “clave” entendiendo en este caso la pieza que cierra el arco en el punto medio, no se haya realizado aún, ya que al ser la última pieza del conjunto que es colocada,  es la que permite realizar un ajuste final, y es posible que en muchos casos, el inicio de su “labra” se posponga hasta después del montaje final del arco.

Este hueco entre las piezas que se colocan en el suelo, puede haber llevado a que el conjunto no se coloque con la configuración del arco completo abatido sobre la horizontal, sino que aprovechando que ambos lados “arrancan” necesariamente desde un plano perfectamente nivelado y horizontal, permite colocar el conjunto de dovelas, prolongando la continuidad de las dos ramas del arco, aprovechando la rigurosa simetría de la “junta” que configura el apoyo de ambos arranques.

Esta forma de operar puede haber conducido de una forma bastante intuitiva y lógica, hacia la adopción del arco “ojival”, en cuanto un maestro constructor se da cuenta de que gracias a esa simetría, él podría deducir el “radio” necesario para las dos ramas del arco, “después” de haber adoptado la altura que mejor le convenga, con total independencia del ancho o separación entre los dos apoyos. Lógicamente este razonamiento es el que hace posible construir arcos diagonales y laterales sobre un área rectangular, con una altura de coronación similar para todos ellos, posibilitando a su vez la ejecución del cierre de la bóveda con mampuestos ligeros, en lugar de los pesados sillares que requiere la bóveda de cañón.

Bóvedas laterales

Las bóvedas laterales adquieren ahora mayor dimensión e importancia y se emplea en ellas la misma configuración de la principal a base de nervios cruzados en las diagonales.

Muros superiores
Ahora los muros adquieren una altura más considerable, por lo que un cierto sentido de seguridad y prudencia, recomendaría hacer estos lo más “rígidos y ligeros” que fuera posible, concentrando la “solidez” en la zona del soporte, y eliminando la mayor cantidad de “entrepaño inerte” que fuera posible, con lo que aparece precisamente el espacio oportuno, para cerrar el recinto con grandes vidrieras.

Bóveda Central
La bóveda principal se configura, mediante una sucesión de módulos rectangulares apoyando cada esquina en un soporte, y un par de arcos de sillería cruzados en diagonal, con otros cuatro delimitando el contorno rectangular, de tal forma que la separación entre ellos se reduce considerablemente, y permite completar el cierre con mampuestos ligeros apoyados en ese sistema de arcos.

A medida que la técnica de construcción evoluciona con el tiempo, los módulos rectangulares se amplían ligeramente y va apareciendo un sistema de arcos secundarios denominados “terceletes” que se emplean tanto para reducir la distancia libre, como para reforzar la rigidez del conjunto del módulo.

Arbotantes
El sistema de arbotantes constituye la otra gran novedad característica de esta época, y está configurado por un sistema de “medios arcos” exteriores y transversales, que van apuntalando los riñones de las bóvedas, y descansan por el otro lado en un sistema de soportes ortogonales y separados de la nave central, con el fin de asegurar la rigidez transversal de un edificio mucho más alto, ante la acción del viento o incluso el empuje del propio relleno que hay en los riñones de las bóvedas.

Cubierta
La cubierta final se realiza con faldones planos sobre una estructura secundaria de formas, cerchas o pares de madera que se apoyan lateralmente en la coronación de los muros.

A continuación se incluyen también otro par de enlaces equivalentes a los del románico. El primero corresponde a un archivo en formato “dwfx” que contiene el modelo 3D que se emplea en los gráficos adjuntos, y el otro repite el enlace a la página de “Autodesk” que contiene el visualizador.

Enlace del modelo informático en 3D:


Enlace para la descarga de Design Review:









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