Entre finales del siglo XII y comienzos del
XIII, es decir alrededor del año 1.200, comienzan a construirse las grandes
catedrales góticas, promovidas por los cabildos, y normalmente apoyados o
respaldados de distintas formas, por el poder de los reyes o la nobleza local.
Este proceso dura hasta el siglo XV o incluso el XVI en los que todavía se
inicia la construcción de algunas grandes catedrales góticas, como Sevilla
(1401), o las de Salamanca (nueva) y Segovia que inicialmente se proyectan casi
iguales, aunque la de Salamanca sufre una paralización de unos setenta años,
que al reanudase modifica el trazado del ábside en girola, por una nueva
configuración con planta de salón.
En la sesión anterior, se habían
comentado las principales características de las bóvedas construidas con
nervios, que son precisamente las que constituyen la gran novedad de esta
época, y las que precisamente permiten la construcción de edificios que
aumentan considerable y cualitativamente, el tamaño y volumen de los
anteriores.
Esta nueva “técnica de
construcción” es la que da pie al estilo arquitectónico conocido como
“gótico”, el cual considero que deriva principalmente de esa nueva manera de
construir, y no de otras directrices estéticas, diseños y/o formas premeditadas
en función de una “moda” o “gusto” imperante en la época, o cualquier otra
interpretación sobre “espiritualidad” u ocurrencias similares.
El desarrollo de esta nueva
técnica de construcción, pero sobre todo la abrupta y brusca interrupción del
sistema anterior, debe tener lógicamente su propia motivación y sentido, y yo
personalmente creo que es precisamente el fenómeno de la “reverberación
acústica” en un recinto cerrado, la que al ser proporcional al volumen
absoluto, motiva el crecimiento abrumador y espectacular en el tamaño de los
edificios, ya que ese aumento de tamaño constituye un complemento y refuerzo
enormemente eficaz para poder “oír y escuchar” cualquier melodía de “canto
gregoriano”, con una "sonoridad" desconocida e
impensable hasta ese momento, transmitiendo estas experiencias a lo largo de
todo el Camino de Santiago, como un reguero de pólvora.
En un intervalo del orden de 50
años, desde 1180 al 1230, se inician o proyectan a lo largo de toda Europa, un
considerable número de iglesias o catedrales, con una altura libre de la nave central,
en el entorno de los treinta metros, que eran completamente inalcanzables con el
sistema de construcción anterior, que empleaba gruesos sillares de piedra en la
configuración de las bóvedas.
Trazado
y replanteo
Presenta
características similares aunque los edificios incrementan considerablemente
sus dimensiones.
Cimentación
y Arranque
También mantiene las
mismas características.
Muros y
soportes iniciales
En este caso los
muros son similares en el arranque aunque aparecen los soportes laterales de
los arbotantes en lugar de los contrafuertes.
Los Arcos
En el trazado de los
arcos es donde probablemente se haya originado ese cambio que conduce a una
nueva técnica de construcción, ya que antes de montar el arco en su
emplazamiento, este se sitúa primeramente en el suelo, colocando juntas todas
las dovelas que lo forman, lo cual permite comprobar su geometría dentro del
conjunto y la precisión del labrado, antes de iniciar el pesado y tedioso
trabajo de levantar, colocar y ajustar en su posición cada una de las piezas.
Al situar las piezas del
arco completo en el suelo, se puede optar por colocar el conjunto, simplemente “abatido”
sobre el plano horizontal del suelo, pero hay que tener en cuenta que
probablemente la “clave” entendiendo en este caso la pieza que cierra el arco
en el punto medio, no se haya realizado aún, ya que al ser la última pieza del
conjunto que es colocada, es la que
permite realizar un ajuste final, y es posible que en muchos casos, el inicio
de su “labra” se posponga hasta después del montaje final del arco.
Este hueco entre las
piezas que se colocan en el suelo, puede haber llevado a que el conjunto no se
coloque con la configuración del arco completo abatido sobre la horizontal,
sino que aprovechando que ambos lados “arrancan” necesariamente desde un plano
perfectamente nivelado y horizontal, permite colocar el conjunto de dovelas,
prolongando la continuidad de las dos ramas del arco, aprovechando la rigurosa simetría
de la “junta” que configura el apoyo de ambos arranques.
Esta forma de operar puede
haber conducido de una forma bastante intuitiva y lógica, hacia la adopción del
arco “ojival”, en cuanto un maestro constructor se da cuenta de que gracias a
esa simetría, él podría deducir el “radio” necesario para las dos ramas del
arco, “después” de haber adoptado la altura que mejor le convenga, con total
independencia del ancho o separación entre los dos apoyos. Lógicamente este
razonamiento es el que hace posible construir arcos diagonales y laterales
sobre un área rectangular, con una altura de coronación similar para todos
ellos, posibilitando a su vez la ejecución del cierre de la bóveda con
mampuestos ligeros, en lugar de los pesados sillares que requiere la bóveda de
cañón.
Bóvedas
laterales
Las bóvedas laterales adquieren ahora mayor
dimensión e importancia y se emplea en ellas la misma configuración de la
principal a base de nervios cruzados en las diagonales.
Muros
superiores
Ahora los muros adquieren una altura más considerable,
por lo que un cierto sentido de seguridad y prudencia, recomendaría hacer estos
lo más “rígidos y ligeros” que fuera posible, concentrando la “solidez” en la
zona del soporte, y eliminando la mayor cantidad de “entrepaño inerte” que
fuera posible, con lo que aparece precisamente el espacio oportuno, para cerrar
el recinto con grandes vidrieras.
La bóveda principal se configura, mediante
una sucesión de módulos rectangulares apoyando cada esquina en un soporte, y un
par de arcos de sillería cruzados en diagonal, con otros cuatro delimitando el
contorno rectangular, de tal forma que la separación entre ellos se reduce
considerablemente, y permite completar el cierre con mampuestos ligeros
apoyados en ese sistema de arcos.
A medida que la técnica de construcción
evoluciona con el tiempo, los módulos rectangulares se amplían ligeramente y va
apareciendo un sistema de arcos secundarios denominados “terceletes” que se
emplean tanto para reducir la distancia libre, como para reforzar la rigidez
del conjunto del módulo.
Arbotantes
Cubierta
El sistema de arbotantes constituye la otra gran
novedad característica de esta época, y está configurado por un sistema de
“medios arcos” exteriores y transversales, que van apuntalando los riñones de
las bóvedas, y descansan por el otro lado en un sistema de soportes ortogonales
y separados de la nave central, con el fin de asegurar la rigidez transversal
de un edificio mucho más alto, ante la acción del viento o incluso el empuje
del propio relleno que hay en los riñones de las bóvedas.
Cubierta
La cubierta final se realiza con faldones
planos sobre una estructura secundaria de formas, cerchas o pares de madera que
se apoyan lateralmente en la coronación de los muros.
A continuación se incluyen también otro par
de enlaces equivalentes a los del románico. El primero corresponde a un archivo
en formato “dwfx” que contiene el modelo 3D que se emplea en los gráficos
adjuntos, y el otro repite el enlace a la página de “Autodesk” que contiene el
visualizador.
Enlace del modelo informático en 3D:
Enlace para la descarga de Design Review:
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